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''Negra tenía que ser''

  • Eliana Lugo
  • 2 jul 2015
  • 2 Min. de lectura

Tan solo era una niña cuando comencé a escuchar expresiones como “negro ni el teléfono” o “negro tenía que ser”. Lo peor de la situación es que esas frases no solamente las decían los mayores sino también los niños. Sí, niños de mi edad. Los mismos con los que compartía un salón de clase.

Ya en el colegio las frases déspotas se hacían más intensas, más recurrentes, creando una repercusión constante. Sin embargo, en mi entorno social me relacionaba más con personas mestizas. Porque al parecer en Villa de las Palmas los únicos negros eran los de mi familia y yo. Nunca entendí porque ellos establecían esas fronteras con respecto al color de la piel y fue solo hasta ese momento en el que me convertí en una exploradora de la historia, allí encontré respuestas.

En Palmira, Valle del Cauca; la mayor parte de la población afrodescendiente se congrega en una sola una comuna, la cual es quizá, una de las más vulnerables. -¡Ya no somos los únicos!-, pensé. Gran parte de los que habitan en ella son personas que migran de los pueblos de la costa pacífica (Guapi, Timbiquí,Lopez de Micay, Saija, entre otros) en busca de oportunidades de mejora donde básicamente, las únicas posibilidades de empleo que tienen son las labores agrícolas como el corte de caña de azúcar, operarios de maquinaria pesada, entre otros. Cuando me atreví a indagar un poco más sobre esta situación, una de las personas que reside ahí me explicaba que el conflicto de sus pueblos los obligaba a salir de su tierra natal, además de que en la ciudad podrían darle una mejor educación a sus hijos; ¿educación?

Ese es el principal inconveniente no solo del municipio sino quizá también del país, puesto que la educación es el pilar fundamental de cualquier ser humano. Tanta es la falta de educación

que el problema solo desencadena el desconocimiento que conlleva a insultar y denigrar a una persona por el tono de su piel. Alguna vez un compañero de clase me preguntó: -“¿Y si los negros son tan inteligentes, por qué todas las negras venden chontaduro?”- . Con la vehemencia y el carácter que en ese entonces comenzaba a formar le respondí: -“Porque somos tan inteligentes que no tenemos la necesidad de vender nuestro cuerpo para ganarnos la vida”-.

Es la ignorancia que tenemos acerca de las costumbres, de la historia real y de los aportes que han hecho los afrodescendientes a la sociedad. Por lo cual, es importante que nuestras dinámicas étnicas en el municipio se vean enmarcadas de manera más participativa con la población, construyendo e interiorizando más sobre la cultura

afro presente en Palmira, diseñando e implementando actividades especificas que puedan

retribuir en el mejoramiento del nivel de vida de la población afro.

¡Amanecerá y veremos!

Por ahora el cuerpo de esta negra le está pidiendo

chontaduro a gritos.


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